Septiembre es volver a empezar... Parece que cada vez cuesta más, pues quien acumula vida... también contrariedades. Eso tan famoso del síndrome postvacacional no lo sufren los que no gozan de descanso, pero no es ninguna broma: es la conciencia de dónde estoy tras una oportunidad para meditarlo. Entonces me canso de las fatigas que aún no han llegado pero que espero, porque no espero nada nuevo...
Esa es la actitud de una mujer que vivió hace 2000 años en Samaría, entre Galilea y Judea. Subía cansada al pozo, aun antes de cargar el agua, y más cansada aún por haber intentado ser feliz cinco veces y haberse divorciado otras tantas. Así que con su pareja actual ya ni se casó... En el pozo se encontró con un extranjero, cansado también Él del camino, pero en este caso un camino de búsqueda de la felicidad del otro como paso previo a la propia. Ese hombre, llamado Jesús, hizo que la mujer conociera por fin la verdadera felicidad. Por fin había llegado, después de todo. La mujer entonces, fijándose en lo que podía dar, más que en lo que pedía, supo que la felicidad no estaba fuera sino dentro, y es contagiosa...
Te deseo paciencia para esperar una noticia tan buena, aun después de todos los tropiezos que tuvo la samaritana, como leerás en Jn 4. Que la experiencia acumulada te ayude a confiar en que lo bueno tardará menos, en lugar de que no llegará.
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