jueves, 8 de enero de 2009

Escucha, Israel...

gaza crowd por blhphotography.

Mi intención era escribir algo sobre los magos de Oriente (que no tienen por qué ser tres ni reyes, si leemos la Biblia).  Es conocida la interpretación según la cual se dice que eran tres porque representaban a las tres partes del mundo conocido por entonces (también simbolizados en su momento por Sem, Cam y Jafet, los hijos de Noé supervivientes del diluvio).  Los tres regalos que llevaban a Belén demostraba el reconocimiento que la Humanidad entera, y no sólo los judíos, hacían al recién nacido:  como rey (oro, regalo de reyes), como Dios (incienso, aroma de dioses) y como hombre mortal (mirra, perfume de embalsamar).  

La pregunta que me hacía era qué puedo regalarle yo al Jesús de hoy...  Entonces enseguida pensé en la oración (pues es verdadero Dios que me escucha y me habla), en compartirle mis bienes en los hermanos (pues es su dueño o rey, que me los da en administración), y en renunciar a otros (pues es verdadero hombre, que también sufrió renuncias por amor).  Esta luz me parecía suficiente para escribir algo al respecto.

Pero estos días vemos la muerte de inocentes, en directo a través de la televisión, a manos de la misma nación en que nació Jesús.  Sin que la denuncia sea mi mejor estilo, lo menos que puedo hacer es orar y pedir que se acaben los ataques a Gaza, realizados de manera totalmente desproporcionada y aparentemente indiscriminada.  No lo digo como alguien que toma partido sobre la cuestión política de turno, en favor de una causa palestina que despierta simpatía por ser los débiles en discordia pero no por ello libres de toda culpa.  No, lo que quiero es 'hablarle a Israel' sin enarbolar banderas de paz ni levantar dedos acusadores.   Quiero hablarle al modo en que Dios le ha hablado a lo largo de la historia:  
"escucha, Israel... soy tu Dios...  Tú, Israel, eres la nación escogida para que se manifestase la luz de Dios, eres su heredad, la predilecta... Te hablo Israel como aquella nación por la que Dios más ha suspirado, la primicia de las demás naciones...  Me dirijo a tí, Israel, como el que sabe que también sufres, y que cuando más dolida estás prefieres que te abracen fuerte para que no hagas más daño, antes que gritarte tu culpa para que te sonrojes...  Recibe un abrazo del fuerte brazo de Dios, Israel, porque suspiras por Él y te revuelves desesperada, incluso contra los inocentes.  "Shemá Israel, shalom Israel..." (escucha, Israel, la paz de tu Dios, Israel...)."

Salam, Palestina (paz, Palestina).



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