sábado, 30 de agosto de 2008

Pequeñeces


la coleccionista por creo que soy yo.

Llega Septiembre.  Casi igual que con el Año Nuevo, este mes está cargado de buenas intenciones.   Después del descanso, uno se siente con fuerzas para hacer planes y cumplirlos.  Y cuanto más descabellados sean, mejor.  Bueno:  pues suele ocurrir que no tarda mucho en desinflarse ese bonito globo que te haces, y se impone 'la dura realidad' que te deja de nuevo sobreviviendo en la rutina de siempre.  
Pero no quiero decir con esto que no se deba soñar...  Lo que sí me dice hoy el Espíritu, con el evangelio de hoy ( Mt 25, 14-30 ), es que puedo alcanzar grandes metas con pequeños logros, siendo fiel en lo cotidiano.  Es como decir:  espero que mi sueño se cumpla, y para eso, hoy, he de ser fiel en lo que se me presenta, aunque me parezca insignificante.  Así que si mis ojos se vuelcan en lo que me rodea, y quisiera saber hacer algo, será bueno mirarme y mejorar en lo pequeño, y todo alrededor irá cambiando sin necesidad de grandes propósitos.  Es sabido que de buenas intenciones está el cementerio lleno.
La parábola de los talentos de Jesús nos quiere librar del autoengaño:   si me creo bueno en algo, pero no lo ejercito, igual resulta que no soy tan bueno en eso como yo creía.  Es algo que pasa con muchos estudiantes:  "yo puedo, pero no quiero", dicen algunos.  Pero, ¿puedes realmente? ¿cuánto hace que no te pruebas a fondo?.  Sin embargo, al tiempo que nos advierte, nos ayuda:  cuando dice ser el Dueño que recoge donde no siembra, entiendo hoy que Él es capaz de sacar en nosotros algo de donde pensamos que no hay...  En definitiva, es perder miedos (que no prudencia), confiados en que lo importante es mi generosidad con lo poco que tengo.
San Pío de Pietrelcina, meditando esta Palabra, me invita hoy a recordar que el tiempo es oro, y que el Dueño, que a veces parece tardar, me recuerda qué hago con lo bueno que se me ha dado.  
Bueno, ya está (la foto es de aquí).

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