martes, 4 de noviembre de 2008

La manzana de la discordia

Apple logo por oskay.

En Estados Unidos hay una propuesta a debate para que la Constitución prohiba el matrimonio homosexual. Es, como sabemos en España, una cuestión candente que se ha aupado frente a otras gracias al activismo de un colectivo socialmente poco representativo.

Si hay un tema tabú hoy día es el de discutir cualquier restricción a los derechos de gays y lesbianas, pues en el pasado han sido tremendamente marginados: así pues, todo aquél que lo pone en cuestión es inmediatamente tachado como mínimo de retrógrado. De algún modo, y es un mérito por su parte, han conseguido equiparar 'progreso' con 'apoyo a la homosexualidad', igual que la marca Danone consiguió que nadie pidiera un yoghourt, sino un 'danone'. La comparación puede parecer vulgar, pero no es del todo inexacta, hasta tal punto que hay marcas comerciales que ya aprovechan el 'tirón homosexual' para venderse como pioneros en su rama. Es el caso de Apple, que ha hecho una importante donación económica para que no prospere el veto al matrimonio homosexual en Estados Unidos. Ya en su día el propio 'logo' de la compañía se adornaba con los mismos colores que abanderan al movimiento gay, hasta el punto de que hubo quienes decían que comprarse un Mac no era precisamente signo de masculinidad...

Sólo quería recordar el mensaje cristiano que entiendo al respecto: Dios ama a todos sus hijos, y la dignidad humana radica en ser hijos de Dios, más allá de cualquier diferencia. Precisamente porque nos ama ha enviado un mensaje de amor a los hombres, no sólo con palabras reveladas sino también inscrito en los corazones, en las conciencias. Y ambas voces de Dios nos hablan de una necesidad del otro, en cuerpo y alma. La sexualidad es cauce de esa comunión con el otro, y antropológicamente, más allá del dato de fe, sólo la unión entre distinto sexo hace plena esa unión en todos los planos. Es una verdad natural universal que avala el hecho religioso. Queda la cuestión del por qué de tantas situaciones que se quedan fuera, qué carencias de cercanía, de afecto, nos están denunciando a todos...

Si esto ha de traducirse legalmente, se diría: reconocimiento de derechos y libertades como iguales ante la ley en todos los ámbitos, sólo por el hecho de ser persona; pero no hasta el punto de equiparar lo que no es equiparable.

Bien por Apple por garantizar los mismos derechos a todos sus empleados, sea cual sea su sexo, raza o religión. Más allá de ahí es una opción legítima, pero quizás orientada por una corriente de opinión a la que el tiempo le dirá cuál es su verdad. Ojalá que la 'división de opiniones' no ensombrezca el mandato de 'amaos los unos a los otros', y los que decimos creer pongamos ese amor por encima de todo, aunque afirmemos la verdad que entendemos de su parte sobre qué es ser humano.

Se admiten comentarios...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso que alguien que nunca ha estado casado (los sacerdotes, obispos...) tengan que decir cómo ha de ser el matimonio.

Un saludo.

Juanan dijo...

Hola "Anónimo",

Ese argumento que das no lo creo acertado, con todo el respeto: imagina que un astrónomo no pudiese hablar de las estrellas por no haber estado allí, o un médico de una enfermedad por no haberla padecido. Es cierto que la experiencia es un grado, pero conocemos lo que nos rodea también por reflexión, es una vía lícita de conocimiento. En todo caso, si Dios es la fuente del Amor, seguro que quien se acerca a Él y tiene los ojos abiertos al mundo sabrá hablar del amor, aunque no haya experimentado todas sus manifestaciones (el amor entre esposos, a los hijos, etc.). El ejemplo vivo es Jesucristo: él tomó partido por el amor humano, y habló del matrimonio sin estar casado.
Gracias por tu leer el blog y por tu comentario. No dudes en contestar o comentar cualquier otra entrada. Un saludo.