martes, 30 de diciembre de 2008

Regalos en Navidad



Estos días de Navidad he recibido varios regalos...
El primero, cuando en una misa el sacerdote recordaba que en tiempo de Navidad se habían producido experiencias religiosas que habían cambiado el corazón de algunas personas para siempre.  Tal fue el caso de Paul Claudel, que se convirtió al catolicismo siendo ateo, o de Teresa de Lisieux, que experimentó un paso de madurez que ella interpretó como gracia de Dios.  En esa homilía creí que Dios se hace especialmente presente en Navidad, para todo aquél que quiera acogerlo.
En estos días he optado más por leer que por otras ocupaciones, y por ahí se me han recordado luces olvidadas.  Me preguntaba muchas veces por qué hay que pedir lo bueno a Dios, si Él ya sabe lo que necesitamos, y que si continuamos así acabaremos viéndolo como un tacaño...  Pero la oración es siempre una respuesta a su llamada, y más que pedir lo que hacemos es responder a la sed que Él tiene de que le pidamos.  Así pasamos de un Dios tacaño a un Dios tremendamente generoso.  También entendí por fin la diferencia entre una persona de buena voluntad y alguien de buena voluntad que es además cristiano.  Parece que ambos hacen lo mismo, y que no tiene tanta importancia entonces tener o no tener fe, si el resultado es el mismo.  Pero mientras que ambos demuestran ser imagen de Dios con su conducta, el cristiano además se encamina hacia la semejanza con Dios, perdida en los orígenes pero devuelta en Cristo.  Porque una cosa es una huella y otra un parecido...
No sé si verás esto como un regalo.  Yo, desde luego, lo agradezco más que los tradicionales.  Sólo hay que pararse un poco a pensar sobre lo que realmente necesitamos, y alimentarse.  Yo lo hice respondiendo a mis dudas, buscando donde creía que podía encontrarlas...  en este caso, en el catecismo católico.
Feliz Navidad.

No hay comentarios: