viernes, 31 de julio de 2009

Por ser quien sóis...

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¿A quién no le gusta ‘sentirse especial’? No es un sentimiento muy habitual, rodeados de rutina como estamos. Supongo que igual que tengo un concepto de los demás, los demás lo tienen de mí… Y sin embargo eso, que nos ayuda a situarnos más o menos en la realidad, no es toda la verdad… ¿Quién te conoce, si no te conoces ni tú mismo? Por eso es cierto aquello de que “la confianza… da asco”, porque suele ocurrir que la cercanía mata el asombro por las cualidades del que tengo cerca, y tiene que venir otro de fuera para hacérmelo ver. Entonces me avergüenzo de no haberme fijado más, o peor aún, de la envidia que no me dejaba apreciarlas.

Pero eso sólo pasa si me acostumbro a ‘estar’ con los demás; y no pasa si me atrevo a ‘querer’ a los demás… Cuando se ama, el otro no es un rival, y me alegro de los dones que Dios ha puesto en sus manos. Cuando me aman, entonces me siento profeta en mi propia tierra, y sé que me aprecian por lo que soy y no por lo que hago…

Creo que Jesús pudo sentir algo de esto cuando Juan narra lo siguiente:

43 “Transcurridos los dos días, Jesús partió hacia Galilea. 44 Él mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. 45 Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; 46 Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. 47 Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo. 48 Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen". 49 El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera". 50 "Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. 51 Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. 52 Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron. 53 El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia. 54 Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.” (Jn 4)

Este texto me habla de mendicidad y de generosidad: cómo Jesús mendiga que le quieran como camino de salvación, y no a sus milagros… y cómo Jesús da más de lo que recibe, porque ama, y sin demora…

Escribiendo de amoríos me sorprendo, pues ‘dime de qué presumes y te diré de qué careces’… Dios sabrá.

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