jueves, 30 de julio de 2009

40 años de frutos...


Hace poco se han cumplido 40 años de la llegada del primer ser humano a la Luna, y han vuelto a plantearse viejas cuestiones: que si realmente llegaron, que para qué llegar hasta allí… En cuanto a la primera sólo te invito a que mires al cielo: ¿ves algún avión? ¿cómo puede sostenerse en el aire, con lo que pesa? Pues lo único que necesitaron los astronautas fue un empujón un poquito más grande… En cuanto al por qué, hay muchas razones: aparte de motivar el progreso científico del que luego nos beneficiamos, también hay argumentos más ‘espirituales’. Ahí está la sed de aventura del ser humano que rompe la ‘claustrofobia’ en que a veces vivimos… el cambio de perspectivas que luego nos hace vernos de otra manera… el recuperar la capacidad de asombro y de contemplación que nos acercan a Dios…

Actualmente la antigua ‘carrera espacial’ se está orientando hacia el lucrativo ‘turismo espacial’: ya hay empresas como la americana Virgin, o la europea EADS, etc. que están pensando en enviar turistas al espacio por un precio que yo no podré pagar, pero que al menos no es la millonada que han tenido que abonar hasta ahora los que han buscado esa experiencia. Es una carrera pacífica, pero en la que posiblemente se pierda algo de aquella mirada de niño que tuvieron los primeros, y que pegaban la nariz al cristal de su nave a la mínima ocasión… Ojalá que eso no se pierda.

Como comentario final: hay quien dice que el dinero debe dedicarse a los pobres en vez de al espacio… y estoy de acuerdo en parte: en cualquier empresa se trabaja para ganar dinero, y después se dedica una parte para ahorrar y otra para invertir; el ahorro es por si vienen las cosas mal, y la inversión para trabajar más y mejor. Pues bien: invertir en el espacio es invertir para el futuro. Eso sí, su fruto (nuevas tecnologías, medicamentos, previsiones climáticas…) ha de llegar a todos.

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