sábado, 6 de septiembre de 2008

Cuestión de grandeza

No hace falta mirar muy lejos para ver la pequeñez del ser humano. Si nos comparamos con grandes máquinas, ya somos insignificantes. Si lo hacemos con el Universo, nos da vértigo. Y sin embargo, tú sabes, Señor, que nos has hecho reyes, dueños de juzgar incluso tus propias leyes, de discernir lo bueno. Ninguna máquina, ningún otra criatura de la Creación nos iguala en esto, aunque me vea minúsculo. Me has dado la facultad de elegir, de juzgar con el Amor como regla máxima, que no quita las demás sino que les da su sentido. Como aquélla de descansar en sábado (Lc 6, 1-5) y evitarse todo trabajo, por bien del hombre, como oportunidad de contemplar tu obra. Pero mira: aquéllos pobres que iban con tu Hijo no descansaron en el camino, por llevar el descanso a otros. Sintieron hambre, y entendieron que les ofrecías el pan. Te tenían tan cerca que no vieron mal en recoger tu grano: con eso no te despreciaban. Ojalá que no me trague el camello en vez del mosquito, que sea sabio en juzgar cada situación contemplando cómo amas. En resumidas cuentas: que aprecie la grandeza que nos regalas, más que los preceptos que nos la quitan.




Image:En mary titanic.svg

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola!! como te va? me ha gustado lo ultimo que has puesto, está muy bien
ya me ire pasando :D
a ver si hablamos