domingo, 12 de septiembre de 2010

Dejando huellas en el Cielo...

Julio de 1969 (desconozco si se trata del pie de Neil Armstrong o Buzz Aldrin)
Quisiera tener una palabra acertada para compartir lo que hoy me dice el Evangelio:  pero no hay nada mejor como leerlo...


Me llama la atención cómo Jesús, el Maestro, 'se mete' en la piel de sus personajes:  del pastor y del ama de casa;   aún sorprende más que ponga en su boca las duras palabras de los hijos separados (de un modo u otro) de la casa del padre...  Jesús, contándolo, se sitúa en primera persona, sin remilgos, interpretando también el papel de los pecadores...  Hoy lo he visto, y me identifico con él cuando a veces reflexiono sobre tantas razones como tiene el mundo, y llego a compartir muchas de ellas:  hasta que llega la razón que las vence, que no es otra que el amor.

Otra cosa que me ha alegrado:  saber que nuestros pasos dejan huella en el cielo, que no estamos solos sino acompañados de multitudes que nos miran con amor...  Es un mensaje consolador en este caso, pues Jesús habla de nuestra capacidad de hacer el bien.  En otras épocas se nos recordaba mucho al Dios que todo lo ve, y que nos acusaba cuando pecábamos.  Esa era la huella en el Cielo que estábamos acostumbrados a oír.  Pero Jesús, ahora, habla de la alegría en el cielo por  toda vuelta al Padre, la alegría entre los ángeles de Dios que acompaña y refuerza la alegría de perdonar en esta tierra.

Por eso he puesto la foto que ves:  la primera pisada de un ser humano en la Luna, fruto de un inmenso trabajo de décadas, reflejado en el paso de un sólo hombre.  Sí, lo que hacemos aquí deja huellas en el Cielo:  que esas huellas causen gozo y no tristezas...

"Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse... (...) Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta...(...)  Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.”»

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